Laboratorio de periodismo sobre economía y Agenda 2030

Agua y saneamiento, un gran desafío

El agua y el saneamiento forman parte esencial de nuestro día a día. No obstante, a día de hoy todavía hay muchos países que no han reconocido este derecho humano en su constitución, dejando así a las personas más vulnerables sin tener un acceso efectivo a estos recursos, incluso en los países más desarrollados.

ELENA HERNÁNDEZ

Los derechos humanos son  aquellos derechos y libertades que han sido reconocidos internacionalmente y que se sustentan en valores como la dignidad, la solidaridad, la igualdad, la seguridad y la justicia, entre otros. 

Aunque con anterioridad tanto el derecho al agua como al saneamiento habían sido recogidos en varias declaraciones internacionales, no fue hasta 2002 cuando se reconoció de forma explícita el derecho humano al acceso al agua y al saneamiento por parte de Naciones Unidas en la Observación General nº 15 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. Posteriormente, en la Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas del 8 de julio de 2010, se reconoció el derecho al agua potable y al saneamiento (DHAS) como derechos independientes y esenciales para el disfrute pleno de la vida y de todos los derechos humanos. Hasta ese entonces, el derecho humano al saneamiento había permanecido en un segundo plano, por lo que esto significó un gran avance, pues ambos derechos necesitan ser considerados por separado.

El reconocimiento de este derecho internacional necesita de la presencia y responsabilidad de diversos actores, desde gobiernos hasta empresas, pasando por instituciones internacionales y organizaciones de la sociedad civil; y la puesta en común y el intercambio de experiencias desde y entre estos actores es fundamental para avanzar en la implementación efectiva de los DHAS.

Desde Naciones Unidas y otros agentes de desarrollo se ha fomentado la necesidad de incorporar el enfoque basado en derechos humanos a modo de marco teórico que recoja las normas internacionales sobre derechos humanos y aquellas acciones destinadas a promoverlos y protegerlos. Al ser de carácter universal, estos derechos contribuyen a la tarea esencial de la cooperación internacional, luchando así contra la pobreza y poniendo el foco de atención en los grupos más vulnerables, además de fomentar el consenso y la participación entre los diferentes actores. 

En esta línea, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2015-2030 se incorpora el objetivo número 6, el cual pretende garantizar el acceso universal al agua potable segura y asequible para todas las personas en 2030. Además, este objetivo no sólo es fundamental para un adecuado desarrollo de la vida, sino porque resulta vital para el cumplimiento de otros objetivos relacionados con el desarrollo sostenible, la reducción de la pobreza y el bienestar humano. 

Al igual que al resto de derechos humanos, a los DHAS se le aplican los principios característicos intrínsecos que permiten el acceso y disfrute de dichos derechos, que son, principalmente: la universalidad, la igualdad y no discriminación, la participación para el empoderamiento, la sostenibilidad, y la transparencia y responsabilidad. Asimismo, con la creación de los DHAS se establecieron unas categorías en las que deben regirse para garantizar su cumplimiento:

  • Disponibilidad: que el agua esté disponible de forma suficiente y continuada para usos personales y domésticos (entre 50 y 100 litros persona/día).
  • Calidad: el agua debe ser potable y segura, exenta de sustancias peligrosas para la salud de las personas, además de tener un color, olor y sabor aceptable para su uso.
  • Accesibilidad: las instalaciones de agua y saneamiento deben estar accesibles en el ámbito del hogar, el trabajo, las instituciones educativas o en un lugar inmediatamente cercano, en cuyo caso la distancia debe ser la mínima para garantizar la seguridad física y la garantía de quienes quieran acceder a ella (la fuente debe ubicarse a menos de 1.000 metros del hogar y su recogida no debería superar los 30 minutos).
  • Asequibilidad: Los servicios de agua y saneamiento se deben garantizar de forma que no sustituya la adquisición de otros bienes esenciales por parte de las personas (su coste no debería superar el 3% de los ingresos del hogar).

Llevar a cabo una gestión de agua que priorice el acceso a una cantidad suficiente de agua potable y dar prioridad a los grupos vulnerables en la asignación de los recursos hídricos, proporcionar subsidios a las comunidades más pobres, establecer una regulación clara para los proveedores así como proporcionar información y participación en las decisiones a las comunidades que reciben tal servicio, mejorar el acceso en los barrios marginales y establecer mecanismos para prevenir la contaminación son solo algunas de las implicaciones que se persiguen al emplear el enfoque del derecho humano al agua y al saneamiento. 

¿Por qué es esto importante?

A pesar de los avances que se han dado, desde Naciones Unidas se ofrecen una serie de datos representativos de la situación actual en cuanto a agua y saneamiento que ponen en evidencia los desafíos a los que aún se enfrenta:

  • 2.200 millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de forma segura. 
  • Casi 2.000 millones de personas dependen de centros de atención de la salud que carecen de servicios básicos de agua.
  • Más de la mitad de la población –4.200 millones de personas– carece de servicios de saneamiento gestionados de forma segura.
  • 297.000 niñas y niños menores de cinco años mueren cada año debido a enfermedades diarreicas causadas por las malas condiciones sanitarias o agua no potable.
  • 2.000 millones de personas viven en países que sufren escasez de agua.
  • El 90% de los desastres naturales están relacionados con el agua.
  • El 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas.
  • Alrededor de dos tercios de los ríos transfronterizos del mundo no tienen un marco de gestión cooperativa.
  • La agricultura representa el 70% de la extracción mundial de agua.

Como vemos, la escasez de agua y saneamiento todavía afecta a gran parte de la población y a sus condiciones de vida, no sólo por la falta de higiene que pueda ocasionar, sino porque muchas poblaciones que se encuentran en esta situación se dedican a la agricultura, y en muchos casos de subsistencia. Por otro lado, todavía son muchas las familias que tienen que desplazarse para acceder a una fuente de agua, cuyos trayectos se estima que superan los 30 minutos, y otras muchas no pueden permitirse un acceso en el hogar, por lo que en estos casos no se cumplirían las categorías establecidas para alcanzar los objetivos que conllevan los derechos humanos al agua y al saneamiento.

Aunque esto ha supuesto un gran avance en términos de derechos humanos, no deja de suponer un reto político para su efectiva realización, y el cumplimiento de garantizar un agua potable y segura para todos y todas todavía dista de ser una realidad. Se necesitan recursos financieros, inversiones e infraestructura adecuada para que estos derechos se puedan desarrollar de forma efectiva, junto con el fomento de prácticas de higiene para la población. Aunque ha habido avances, esto a día de hoy todavía no se cumple en todos los países, y en este sentido, todavía queda un largo camino por recorrer.

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