Laboratorio de periodismo sobre economía y Agenda 2030

Cultura y economía

nos vemos con la disyuntiva de la cultura como arte capitalista o como patrimonio de la humanidad, defendiendo la gestión pública del arte y la cultura.

GONZALO MITCHELL TENREIRO 

En el uso cotidiano, la palabra cultura se emplea para dos conceptos diferentes. Por un lado, se refiere a la excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades. Por otro, habla de los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluídos los medios materiales que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver necesidades de todo tipo.

Nosotros nos quedaremos con el primer término y podemos dividir ésta en:

Cultura oficial: la cultura institucionalizada, que surge y se implementa jerárquicamente desde las instituciones. 

Cultura subvencionada: este tipo de cultura es la que quiere ser política pública de las instituciones, que éstas subvencionan a fondo perdido o de manera condicionada. Esta última es la heredera de la política pública, donde el poder institucional se desentiende de la ejecución e implementación de la cultura salvo en la condicionada, que marca la pauta. Esta cultura subvencionada deja algo maniatado al sector cultural.

Cultura alternativa: vive al margen de las subvenciones y, sin esta dependencia económica, se ve más libre y menos enlatada, más cruda y más artística.

Contracultura: da un paso más que la alternativa y va contra el poder establecido

Para interrelacionar cultura y economía podemos comprobar que la primera se encuentra protegida por el artículo 44.1 de la Constitución española, que señala que “los poderes públicos promoverán y tutelaran el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho”. Es decir, que la falta de dinero o empobrecimiento no es excusa para no acceder a la cultura. Por su parte, el artículo 149.2 de la Constitución apunta que, “sin perjuicio de las competencias que puedan asumir las Comunidades Autónomas, el Estado considerará el servicio de la cultura como deber y atribución esencial y facilitará la comunicación cultural entre las Comunidades Autónomas, de acuerdo con ellas”. Esto nos lleva a no concebir lo que ya existe, el acceso precario a la cultura por las clases populares. La cultura no solo te hace menos ignorante, si no que tiene una función sanadora del espíritu. Cine, teatro, literatura, cabaré, títeres, música, pintura, escultura, performance, artes multidisciplinares, audiovisuales, etc. Son más sanadoras a veces que ir a terapia. 

En cuanto a la relación entre economía y cultura, esta última debe ser accesible para todas y todos, por lo que es necesario que este sector disfrute de un IVA superreducido del 4% y no del 10%. La cultura es un bien de primera necesidad, ya que una sociedad culturizada progresa mejor, además de todos sus efectos sanadores.

El interés por el análisis del impacto económico de la cultura nace en Estados Unidos en la década de los setenta y no llega a Europa hasta los ochenta. Sin embargo, no es hasta años recientes que en España se destaca el papel de la cultura como motor de crecimiento económico y ha aumentado el interés por los aspectos económicos de la cultura.

Economía y cultura pueden verse desde diferentes prismas, pero existen dos puntos de vista enfrentados. Por un lado, quienes consideran a la cultura como un sector económico y, por otro, quienes la consideran como un sector aparte por su índole social y humana. Es decir, nos vemos con la disyuntiva de la cultura como arte capitalista o como patrimonio de la humanidad, defendiendo la gestión pública del arte y la cultura.

Por otra parte, y para reflejar la parte más humana y menos capitalista de la cultura, en tiempos de pandemia, la cultura trajo el streaming. Este ya existía, pero se coló por todas nuestras casas, lo que hizo palpable la función sanadora de la cultura frente al confinamiento y que debe ser universal y con acceso a las clases populares de la sociedad. También hay que reflejar en esta cultura post-covid que después del confinamiento, hubo un intento por tomar las plazas y llenarlas de cultura con filas de sillas, manteniendo la distancia entre personas. Esto quiere decir que la cultura es mucho más que entretenimiento o economía.

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